lunes, 5 de marzo de 2018

La motivación

   No tiene interés. Le da todo igual. Es una batalla diaria comenzar a hacer los deberes con él.  Se distrae constantemente. Se olvida de apuntar los deberes.

   Tendremos tantas soluciones como niños haya, ya que cada uno de ellos presentará sus propias peculiaridades y circunstancias.

    Un niño con un buen potencial de aprendizaje y una baja motivación tendrá malos resultados, haciéndose esto más evidente a medida que el niño se hace mayor ya que dependerá de más trabajo y horas de estudio. No obstante un niño con un potencial de aprendizaje normal o ligeramente bajo, pero con una alta motivación probablemente sacará adelante los cursos. Ejemplo los superdotados fracasados.

   Si hay sospecha de cualquier dificultad en el aprendizaje, paralelamente a motivarle en sus deberes, deberíamos efectuar una evaluación para detectar estas posibles dificultades ya que si nos quedamos sólo en motivarle y no somos capaces de darle los recursos y medios que necesita para tal aprendizaje, probablemente no avanzaremos. 

LA MOTIVACIÓN: 

     Lo primero y más relevante a tratar cuando se consulta por “baja motivación” de un adolescente por los estudios, es el origen de esta vivencia (o los factores que se asocian a ello).

Tres aspectos se deben considerar:

1. La motivación se define como el impulso a actuar hacia una meta y SIEMPRE ESTÁ PRESENTE.

2. Lo que varía es HACIA DÓNDE SE DIRIGE LA MOTIVACIÓN. La motivación se dirige primero a la satisfacción de necesidades básicas (comer para saciar hambre, abrigarse para palear frío) y luego hacia la satisfacción de otras más complejas (buscar afecto, autoestima, ser parte de un grupo, ser reconocido socialmente, etc.).

3. Si no están resueltas necesidades básicas y emocionales, parece ser que la motivación por el aprendizaje queda postergada. En este sentido, antes de asociar la baja motivación por el estudio a factores propiamente escolares, debiese realizarse un análisis sobre la calidad del contexto familiar (ambiente tenso o armónico), disposición de los padres hacia el aprendizaje (expectativas sobre el hijo y grado de apoyo o presión que ejercen, mediante un sistema de premios y castigos) y desarrollo del autoconcepto académico del alumno (saberse capaz aumenta la motivación mientras que una baja autoestima en este ámbito o reales dificultades serán una variable interviniente).

   La verdadera motivación, a la que debemos apuntar en nuestros hijos, es la motivación INTRÍNSECA, es decir, la que viene dada desde ellos y no la que “aparece” por mecanismos como premios o sanciones (ambos externos).  Si vuestro hijo se queda en el “yo estudio porque me lo dicen mis padres y no porque yo quiera” no habrá muchos avances.

CUANDO APARECE ESA DESMOTIVACIÓN:

     Hay niños que siempre les ha costado avanzar y, por tanto, pueden haber desarrollado un cierto desinterés por algo que les cuesta más que a sus compañeros y esto les produce baja motivación.

      El niño que baja repentinamente en sus calificaciones escolares en un momento dado puede señalarnos la intrusión de factores externos. Estos pueden ser de tipo familiar (problemas económicos, rupturas matrimoniales, etc.) pero también intra-escolares. A veces nos encontramos con niños que son víctimas fáciles de otros compañeros o incluso algunos que deciden bajar de notas para ser mejor aceptados en el grupo.

Por Isabel Oliva Gómez, Pedagoga, Logopeda y Técnico del Ayuntamiento de Barbate.

Estrategias motivantes para los hijos/as.

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