El miedo es una
emoción que se experimenta a lo largo de la vida. Ayuda al niño a evitar
situaciones peligrosas. Algunos autores llegan a definirlo como la niñera o el
ángel de la guarda para los niños.
El miedo es el guardaespaldas del niño, que estudia por
miedo a suspender, que se prepara la exposición de la clase por miedo a hacer
el ridículo, que se asoma con precaución a un precipicio por miedo a despeñarse
o que busca la protección de los padres cuando es pequeño.
Sentir miedo ante el peligro es saludable, porque evita correr
riesgos innecesarios. Es una emoción desagradable, aunque necesaria para
la supervivencia.
Todos los niños tienen miedo en algún momento aunque es variable
en función de la edad y algunos niños son más miedosos que otros.
Miedos de cada edad:
- Lactantes: Miedo a los ruidos y a partir de
que se desarrolla el apego, el miedo principal es la separación de sus
seres queridos y que se acerquen personas extrañas.
- Niños
de 2 a 4 años:
Animales, máscaras o personas disfrazadas, miedo a la oscuridad. Hacia los 4 años
pueden empezar las pesadillas.
- Niños
de 5 a 6 años: Miedo
al daño físico, empiezan a temer que monstruos, animales u otros seres
imaginarios les muerdan o les coman. A veces aparece el miedo a los
espacios abiertos o muy concurridos.
- Niños
de 6 a 8 años: Miedo
a lo invisible, es decir sombras, fantasmas y ladrones. Al final de esta
época también aparece el miedo a la muerte.
- Niños
de 9 a 12 años: Miedo
a las grandes catástrofes (incendios, accidentes), a las enfermedades
graves. También pueden temer la separación de los padres y aparecen
los miedos relacionados con el colegio (repetir curso, etc)
- Para vencer al miedo, hay que hacerle frente.
- En lugar de sobreproteger al niño, hay que animarle para que poco a poco y sin forzarle enfrente su miedo. El miedo se siente de forma involuntaria. Por tanto, no hay que ridiculizar, ni reñir, ni castigar al niño porque no se atreva a hacer algo que le asusta.
- Hay que alabarle y felicitarle por cada pequeño acto de valentía que realice.
- Tenemos que entender que el miedo es algo natural, sobre todo en los niños. Al cabo de un tiempo se va por donde ha venido.
- Tampoco hay que obligarles a enfrentarse a lo que les asusta. Aunque si con nuestro apoyo y protección se sienten más valientes, hay que animarles. Si el niño no quiere que le coja el rey mago pero se atreve a saludarle desde nuestros brazos, estupendo.
- No debemos utilizar sus miedos para controlarles. Decirles "como no te portes bien me marcho y te dejo solo", es cualquier cosa menos un buen recurso educativo.
- Procuraremos no contagiarles nuestros temores. Si nos asustan los perros, sería bueno que el niño estuviese acompañado por otra persona que le inspire seguridad cuando nos encontremos con uno.
- Para ayudar a nuestro hijo ante sus miedos lo mejor es el diálogo. Habría que encontrar un punto medio entre ser muy permisivo y ser muy rígido ante los miedos del niño. Ignorarlos o burlarse suele ser contraproducente. Dar explicaciones lógicas y razonables parece ser la mejor estrategia.
- También recomendaría no asustar a los niños innecesariamente con brujas, hombres del saco, con el médico…
- Los cuentos facilitan el contacto con el miedo en los primeros años, son una forma de vivir y compartir estas emociones para que en la vida real asusten lo menos posible.
¿En qué casos puede necesitar un niño apoyo psicológico para
superar sus miedos?
Siempre que el miedo altere el estilo de vida cotidiano del niño y
repercuta negativamente en su desarrollo personal, ambiente familiar,
rendimiento académico o relaciones sociales. Por ejemplo, el intenso miedo a separarse de los padres puede
ser una gran fuente de frustración porque impide al niño irse de excursión o a los padres irse de viaje. Puede también afectar
negativamente a la calidad del sueño de la familia porque el niño se despierta asustado por la
noche y exige que los padres duerman con él. Visitar al médico.
¿Son los mismos los miedos de las niñas y de los niños?
Las niñas presentan más miedos que los niños. De la misma
manera, en la vida adulta las mujeres padecen más fobias específicas que los
varones. Las diferencias de género son biológicas y socioculturales. El sexo
determina ciertas características físicas que han hecho que los varones
demuestren conductas más valerosas.
Me ha parecido muy interesante, deberían de venir más madres a estas charlas.
ResponderEliminarMari, madre del CEIP Estrella del Mar