1. Planificar las actividades
junto al niño para que así pueda aprender a afrontar pequeñas
responsabilidades, según su edad.
2. Resaltar las aptitudes
innatas del niño cuando todavía no ha entrado en edad escolar. Festejar sus
logros desde pequeñitos. No criticar o ironizar sobre sus dificultades.
3. Valorar el trabajo y los
logros del niño, dentro de lo que es capaz de hacer para su edad y sin exigir
por encima de su capacidad. (Así el niño tendrá seguridad ante sus propias
capacidades).
4. Respetar y ofrecer la
oportunidad de estar con otros niños con la seguridad de la presencia de la
figura materna/paterna, sin intervenir en las disputas y querer resolver todos
sus problemas. Dejarle crecer y dar autonomía al niño, según su edad. (Así el
niño tendrá seguridad para tomar decisiones y para elegir entre varias
opciones). Éste es el fundamento de los grupos de juego para bebés y Establecer
tiempos de tertulia con el niño y contestar a todas sus preguntas. Utilizar el
factor sorpresa para despertar su curiosidad. (Así fomentamos en el niño su
afán por saber).
5. Dar la oportunidad de moverse
en el espacio libremente, especialmente en la primera infancia, comenzando
desde los primeros meses de vida. (Así el niño tendrá un adecuado conocimiento
espacial y temporal, imprescindibles para desarrollar las futuras competencias
escolares).
6. Jugar todos los días al menos
30 minutos con el niño sin imponer o dirigir su juego y manifestando que nos
parece genial lo que eligió. El resto del día en la vida cotidiana se
utilizarán los límites. Fomentar su creatividad, jugando con cajas, telas… en
lugar de juguetes ya hechos. (Así fomentamos en el niño su automotivación:
querer hacer, aprender,…). Evitar atosigar al niño con juguetes para compensar
la posible ausencia de los padres.
7. Aceptar plenamente al niño.
Una amorosa valoración paterna sin descalificaciones. (Así favorecemos una
autoestima positiva).
8. Permitir al niño momentos de
alegría, de tristeza y de enojo sin intentar que renuncie a la propiedad de sus
experiencias personales internas; sin enfadarnos cuando sus emociones no se
adaptan a las nuestras. (Así el niño aprenderá a canalizar de forma positiva
sus propias emociones)
Por Isabel Oliva Gómez, pedagoga, logopeda y técnico
de la
Delegación de Educación y Fco Javier Camacho Ramos,
psicopedagogo para la
Escuela de Padres del Ayuntamiento de Barbate.